20 de febrero de 2009

Absurdo amor, yo abdico.


Sombra de un cariño,
que ni amor llegaste a ser.
Corazón malherido,
que sufre a desgana
un irracional desengaño,
producto de un sueño sin base alguna.

Castillos en el aire,
y yo como princesa,
vi cómo vacío quedó tu trono.
Rota la corona,
ya sin diamantes, si acaso con espinas.

Absurdas ilusiones infundadas.
Mentiras acalladas,
y risas al oído del cobarde compañero.

Príncipe bien trajeado,
te quedaste como sapo sin ropa.

Ya me ocuparé yo que esa boca,
no la besen más ilusionadas señoras,
encantadas como locas inconscientes
por el embrujo de tus aires de falsa inocencia.